En 2018, mi hermano Pablo y yo creamos un programa de educación medioambiental que poco después empezamos a impartir en colegios. Veíamos
esencial concienciar a los más jóvenes sobre el impacto que nuestras actividades diarias tienen en el medio ambiente y educarles en la idea de que
todos podemos y debemos hacer algo al respecto.  

 

La última sesión del taller consiste en elaborar pastillas de
champú sólido para que los niños se las llevasen a sus casas. El objetivo de esta clase es mostrarles que todos los días van a tener que elegir su forma de
consumir y que, por lo tanto, en su mano está ayudar a reducir la huella ambiental global porque finalmente el impacto total es la suma de todos los impactos individuales. Todos estamos implicados. Todos somos responsables. 

 

Fue a raíz de esta última sesión del taller cuando nos dimos
cuenta de que no conocíamos ningún champú sólido cuya contribución llegase más
lejos de reducir el uso de plástico en los envases y comenzamos a preguntarnos si podríamos desarrollar una fórmula eficaz capaz de reducir el impacto en el
medio ambiente y muy especialmente en el medio marino. 

Apuntamos el impacto que cada uno de los activos ejerce sobre
las algas, los peces y los invertebrados.  

 

Y mientas trabajábamos nos dimos cuenta de que muchos de los principios activos que alteran el equilibrio del medio ambiente, afectan también al equilibrio de nuestra piel. Por ejemplo, los conservantes son muy seguros e imprescindibles para garantizar la estabilidad de los productos que utilizamos a diario, pero pueden no serlo tanto en contacto con la piel y el cuero cabelludo porque pueden alterar la microbiota que los protege de forma natural.  

 

Aprendimos que todos somos diferentes y que muchas sustancias perfectamente tolerables para la mayoría de las personas pueden sensibilizar o
provocar alergias en la piel de otras, así que decidimos prescindir en nuestras fórmulas de cualquier activo reconocido como alérgeno o susceptible de provocar irritaciones en la piel. 

 

Y otro factor que es determinante para favorecer el cuidado de la piel y del cabello es el pH de los productos. La piel, el cuero cabelludo y el pelo tienen un pH ligeramente ácido, que si se altera, dificulta la sostenibilidad de la microflora de nuestra piel que nos protege de otros patógenos. El pH de los productos por lo tanto es muy importante para tener una piel sana y un cabello fuerte, brillante y resistente.

Con mucho trabajo y la ayuda de laboratorios especializados
desarrollamos fórmulas minimalistas y respetuosas no sólo con el medio ambiente sino también con nuestra piel. Tuvimos que hacer algunos sacrificios, cierto. Renunciamos por ejemplo a las fragancias y los conservantes, conscientes de su potencial como sensibilizantes y de que su uso continuado puede generar reacciones alérgicas en la piel. Y a partir de ese trabajo de investigación y descarte, nació y se consolidó nuestro criterio a la hora de elegir los ingredientes de nuestros productos.